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Año tras año, los resultados del Barómetro familiar de Julius Baer revelan que la principal prioridad de las familias acaudaladas es garantizar el éxito de la transmisión de su patrimonio y alcanzar sus objetivos a largo plazo para preservarlo, reconociendo su papel como administradoras de su legado y sus valores. Estas mismas prioridades también aplican para quienes no tienen una siguiente generación familiar a la cual legar su patrimonio. El hecho de no tener hijos o descendientes directos no significa que a una persona no le importe cómo será recordada por el impacto de su vida después de su fallecimiento.

Superar las barreras emocionales en la planificación sucesoria

Julius Baer incluye la planificación sucesoria como parte esencial de su planificación patrimonial y su gestión de patrimonios, ayudando a los inversionistas a estructurar las donaciones benéficas para que sean eficaces, tengan un impacto y estén en consonancia con sus objetivos financieros a largo plazo. Hendrik Kuhl, Head of Wealth Planning en Alemania de Julius Baer, trabaja con los clientes para orientarles en los diversos aspectos de la transferencia de patrimonio a las causas que les importan. En su opinión, con o sin herederos, el primer paso, y el más importante, es empezar a reflexionar sobre el propósito que uno pretende que cumpla su patrimonio tras su fallecimiento.

«Muchas personas dudan en plantear el tema de la planificación de la herencia a sus gestores patrimoniales. Una de las principales razones es la incomodidad emocional. Hablar de legado implica, inevitablemente, hablar de mortalidad, algo que muchos prefieren evitar», afirma Hendrik. «A menudo, la planificación sucesoria también requiere una profunda reflexión personal, no solo sobre los aspectos financieros, sino también sobre los valores y los objetivos vitales. Esto puede resultar abrumador o invasivo».

¿Quién debe gestionar su sucesión?

Quizá esto explique por qué, estadísticamente, menos de la mitad de la población hace testamento. Sin embargo, si una persona fallece sin testamento y no tiene herederos legales, sus bienes pueden terminar en manos de personas a quienes nunca habría deseado beneficiar.

Para los particulares sin hijos, nombrar un albacea y un apoderado es otra parte vital de la planificación sucesoria. Sin descendencia directa, se suele recurrir a familiares de confianza, amigos íntimos o profesionales para que se ocupen de sus asuntos.

«Un albacea gestiona el reparto de bienes tras el fallecimiento, mientras que un apoderado se encarga de los asuntos financieros y legales en vida, sobre todo en caso de incapacidad», explica Hendrik. «Si no se cuenta con una persona adecuada para ello, contratar a un fideicomisario profesional o a un abogado profesional puede garantizar que las responsabilidades se lleven a cabo de forma imparcial y conforme a las normas legales».

La planificación sucesoria como una narración: comunique su legado

Aunque los planificadores de patrimonio como Hendrik trabajan con especialistas jurídicos y fiscales para ayudar a los clientes a establecer testamentos y otras estructuras jurídicas que faciliten la transmisión de su patrimonio, él afirma que su función también implica ayudar a los clientes a comprender sus propios valores y objetivos. «Es un proceso creativo. Les ayudamos a pasar de la página en blanco a construir el legado que quieren dejar».

Muchos inversionistas sin herederos buscan inspiración para su legado en su mundo interior, en pasiones personales o pasatiempos cultivados a lo largo de la vida. Un amante de la música clásica podría financiar una beca para jóvenes músicos. Un empresario tecnológico podría respaldar programas que enseñen programación a jóvenes desfavorecidos. Un acaudalado trotamundos puede apoyar la conservación cultural en las regiones que ha visitado.

«Empezamos preguntando al cliente qué causas, comunidades o ideas han marcado su vida. Puede tratarse de una universidad, una organización artística local, un grupo de conservación de la vida silvestre o una iniciativa global de derechos humanos», comenta Hendrik. «He tenido clientes que han dedicado gran parte de su vida laboral a la investigación médica. Ellos desean que el patrimonio que han acumulado se destine a prolongar esa investigación, por lo que establecen vehículos que financien a otros que hacen exactamente lo que ellos hicieron en el pasado. Es como si estuvieran prolongando su propia historia de vida».

Filantropía: donde la pasión se encuentra con la estrategia

La filantropía ya no es una nota a pie de página en la planificación sucesoria, sino una estrategia en sí misma. Caroline Piraud, Head of Philanthropy de Julius Baer, asesora a los clientes sobre los distintos vehículos filantrópicos que permiten a los inversionistas hacer donaciones significativas al tiempo que preservan sus activos.

En su opinión, la elección de un vehículo u otro depende de una combinación de consideraciones financieras, personales, patrimoniales y fiscales. «Algunas personas quieren tener pleno control sobre cómo se invierten y distribuyen sus fondos benéficos, mientras que otras se conforman con tener derechos de consultación y dejar el control último en manos de la organización patrocinadora».

El perfil público deseado también es un factor importante. «A quienes buscan reconocimiento o una marca filantrópica se les puede aconsejar que recurran a una fundación privada, ya que ofrece visibilidad y la posibilidad de asociar su nombre a las iniciativas», explica Caroline. «Los fondos asesorados por donantes, en cambio, mantienen el anonimato, lo que atrae a los donantes que prefieren la discreción».

Caroline, Hendrik y los demás expertos internos en planificación patrimonial de Julius Baer también trabajan en estrecha colaboración con la organización filantrópica del propio banco, la Fundación Julius Baer. Socio de confianza de las personas con grandes patrimonios desde 1965, la Fundación apoya proyectos alrededor del mundo que impulsan el cambio frente a las desigualdades y utiliza su red internacional para conectar a los privilegiados con los desfavorecidos.

Abrace la libertad y hágala personal

En el corazón de cualquier legado está el significado personal. La ausencia de hijos no implica una ausencia de impacto. De hecho, los inversionistas sin hijos suelen tener la libertad de ser más intencionales y dejarse guiar por sus valores a la hora de decidir el destino de sus activos.

Esta libertad también conlleva sus propios retos. «Dada la cantidad de problemas que hay en el mundo, muchas personas tienen dificultades para encontrar un objetivo concreto al que destinar sus donaciones», afirma Caroline. «Pueden verse arrastrados en diferentes direcciones y empezar a repartir donaciones a diestra y siniestra porque quieren hacer algo, aunque el destinatario no necesariamente represente una causa cercana a su corazón. Este enfoque fragmentado puede disminuir el impacto que desean generar».

Para solucionar este problema, Caroline y sus colegas adoptan un enfoque creativo. «Hace tres años introdujimos una herramienta llamada “55 maneras de hablar de lo que te importa”. Colocamos 55 tarjetas de valores sobre una mesa y pedimos al cliente que elija tres imágenes que le digan algo personalmente. No deberían pensárselo demasiado. Debe ser una elección intuitiva, porque la filantropía siempre debe nacer desde lo más profundo». Un viaje filantrópico centrado y estratégico no solo aumenta el impacto, sino que también ofrece la oportunidad de profundizar en los conocimientos pertinentes y rechazar con confianza las solicitudes de donaciones inadecuadas.

¿Por qué la planificación sucesoria tiene que ver con la visión, y no solo con el patrimonio?

Como demuestran los enfoques de la planificación sucesoria adoptados por planificadores patrimoniales y filantrópicos como Hendrik y Caroline, la planificación del legado no consiste únicamente en elegir un destino para sus activos, sino en dar forma a una narrativa. Un plan claramente comunicado que incluya sus intenciones, su razonamiento y su visión puede aportar claridad y tranquilidad a quienes deje atrás, aunque no sean su familia en el sentido tradicional.

Para aquellos que no tienen herederos legales, el lienzo está completamente en blanco. Y esa libertad, si se aborda con cuidado, puede ser una de las partes más gratificantes del viaje financiero. De hecho, muchos descubren que empezar a comprometerse filantrópicamente en vida, en lugar de esperar hasta después de la muerte, puede aportarles una sensación de realización más profunda y personal.

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