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Se estima que el descubrimiento casual de la penicilina por el bacteriólogo escocés Alexander Fleming en 1928 ha salvado al menos 200 millones de vidas en todo el mundo hasta la fecha. Desde entonces se han ido desarrollando nuevos antibióticos y otros medicamentos antimicrobianos para tratar diversas infecciones y patologías. Sin embargo, la resistencia a los antimicrobianos se revela cada vez más como un peligro inminente para la salud mundial. Por esa razón, no es de extrañar que la OMS haya declarado la RAM como una de las diez principales amenazas para la salud pública mundial a las que se enfrenta la humanidad en el siglo XXI.

¿Qué causa la resistencia a los antimicrobianos?

Se trata de una adaptación natural que se produce cuando los agentes patógenos (bacterias, hongos, parásitos y virus) dejan de ser sensibles a los fármacos utilizados para prevenir y tratar las enfermedades infecciosas que causan en personas, animales y plantas. Aunque las estadísticas relativas a la RAM son muy escasas, la OMS estima que, a nivel mundial, la resistencia bacteriana fue la responsable directa de casi 1,3 millones de muertes y contribuyó indirectamente a casi 5 millones de fallecimientos (en combinación con enfermedades preexistentes) en 2019.

Aunque la resistencia a los fármacos antimicrobianos es un proceso biológico natural, algunos factores pueden acelerar la propagación de patógenos farmacorresistentes. Entre ellos se encuentran la falta de higiene, la escasez de agua potable y, sobre todo, el uso excesivo e irracional de antimicrobianos en la asistencia sanitaria, la agricultura y la ganadería. Un reciente estudio publicado en la revista científica «The Lancet» reveló un aumento de casi el 50 % en el consumo mundial de antibióticos desde el comienzo del milenio.

La pandemia de COVID-19 también evidenció las dificultades económicas ocasionadas por las enfermedades infecciosas, ya sea en forma de hospitalizaciones más prolongadas o de pérdida de oportunidades laborales, a las que se enfrentan los hogares con menos ingresos, tanto en los países pobres como en los ricos. Por lo tanto, si la advertencia del antiguo economista de Goldman Sachs, Jim O’Neill, es acertada, es indispensable una respuesta mundial coordinada de emergencia a la crisis: se calcula que el número anual de muertes podría alcanzar los 10 millones en 2050 debido a las infecciones causadas por superbacterias.

¿Cuál es el costo financiero de la RAM?

Además de la amenaza que la RAM podría suponer para la humanidad en términos de mortalidad, las enfermedades farmacorresistentes también podrían repercutir negativamente en la economía global. Como señala el Banco Mundial, si se materializa el escenario optimista de un impacto bajo de esta amenaza, la RAM no controlada podría hacer que el producto interno bruto (PIB) internacional disminuya un 1,1 % para 2050. En este caso, el impacto económico de la RAM parece insignificante, aunque probablemente tendría importantes consecuencias sociales.

Sin embargo, en un escenario pesimista basado en una RAM elevada, se prevé que la economía mundial se contraiga casi un 4 %, lo que podría arrastrar a 28 millones de personas más a la pobreza hasta 2050. Los países más pobres con un sistema de vigilancia de enfermedades deficiente son especialmente vulnerables a los embates de la RAM. Por ejemplo, en el escenario más pesimista de una mayor prevalencia de enfermedades infecciosas, es probable que los países de ingresos bajos experimenten una caída del crecimiento del PIB de aproximadamente el 6 %, frente al 3 % de los países de ingresos elevados, debido al descenso de la productividad laboral y de la producción ganadera. En otras palabras, la RAM es al mismo tiempo un problema de igualdad de ingresos y una amenaza urgente para la salud pública a escala mundial.

¿Qué países se ven afectados por la resistencia a los antimicrobianos?

Los países de ingresos más bajos tienen más probabilidades de sufrir una carga mayor que los países más ricos. Entre los 1,3 millones de personas en todo el mundo cuya muerte fue causada directamente por patógenos farmacorresistentes en 2019, alrededor de 400.000 personas perdieron la vida en todo el sur de Asia a causa de superbacterias. En contraste, el número de víctimas directas fue de más de 250.000 en el África subsahariana y en la región Asia-Pacífico, y de menos de 150.000 en economías de ingresos altos como Europa Occidental y Norteamérica, respectivamente.

La magnitud del problema de salud pública en términos absolutos queda aún más al descubierto si se tiene en cuenta el número de víctimas indirectamente relacionadas con la RAM. De los 5 millones de muertes relacionadas con la RAM en todo el mundo que fueron consecuencia de enfermedades preexistentes en 2019, 1,4 millones ocurrieron en el sur de Asia. Le siguieron un millón en el África subsahariana y otro millón en la región de Asia-Pacífico, y 600.000 en las economías más desarrolladas.

La proliferación de superbacterias cada vez menos sensibles a los fármacos utilizados para tratar las enfermedades contagiosas plantea un reto más serio para las economías de bajos y medianos ingresos que para las economías más ricas. Esto se debe en parte a la falta de una normativa eficaz que regule la prescripción de antibióticos en el primer grupo de países. Un ejemplo: algunos estudios indican que más del 99 % de los niños menores de cinco años que murieron a causa de la RAM en todo el mundo vivían en países de ingresos bajos o medios y que más de la mitad de ellos fallecieron en su primer mes de vida debido a que sus médicos tienden a prescribir, por lo general, una gran cantidad de antibióticos innecesarios.

Aunque gran parte de la atención se centra en el impacto adverso de la RAM en los países más pobres, las naciones más ricas también se ven afectadas por esta progresiva crisis de salud pública. En Europa, por ejemplo, el Consejo Europeo calcula que la RAM puede representar algo menos del 1% del gasto total en asistencia sanitaria cada año. Cuando una infección no responde a un tratamiento antimicrobiano de primera línea, que suele ser la opción más segura para el paciente, los profesionales de la salud pueden verse obligados a recurrir a alternativas más potentes, como los medicamentos de segunda y tercera línea. Los costos pueden aumentar aún más si los pacientes requieren una hospitalización más prolongada debido a la mayor duración de la enfermedad o del tratamiento. Al margen del aspecto económico, las infecciones farmacorresistentes afectan a 800.000 personas y matan a 35.000 en Europa anualmente.

¿En qué afecta todo esto a los inversionistas?

Se necesita un nuevo modelo de negocio. La RAM es una de las amenazas más acuciantes para la salud mundial a las que se enfrenta la humanidad en el siglo XXI. En consecuencia, la comunidad internacional debe abordar urgentemente los retos que plantea la disminución de la eficacia de los medicamentos antimicrobianos contra agentes patógenos que evolucionan constantemente y pueden causar diversas enfermedades severas a sus huéspedes. Sin embargo, existen varios obstáculos que impiden a los principales operadores del sector, como las empresas farmacéuticas, introducir nuevos medicamentos antimicrobianos en el mercado.

En primer lugar, es posible que los fabricantes de medicamentos tengan que afrontar los elevados costos asociados a I+D y a la comercialización de nuevos fármacos antimicrobianos. Como resultado, los ingresos pueden llegar a ser insostenibles para ellos.

Además, las economías más prósperas tienden a asumir la mayor parte de los gastos de I+D relacionados con antibióticos innovadores que los países con menos ingresos suelen necesitar con urgencia. En consecuencia, algunas empresas han preferido dedicarse a otras áreas terapéuticas más rentables, como la oncología. Esto tiene el efecto de frenar el proceso de resistencia a los antimicrobianos.

Además, los nuevos antibióticos se mantienen en la reserva y solo se utilizan como último recurso contra infecciones letales para limitar el desarrollo de resistencia. Por tanto, no se venden en grandes volúmenes. Esta es una de las principales razones por las que los científicos recién acaban de descubrir una clase completamente nueva de antibióticos, algo que se consiguió por última vez en la década de 1980.

Por tanto, es comprensible que el sector de los antimicrobianos deba reformar su modelo de negocio para todos los principales grupos de interés implicados a lo largo de la cadena de valor. Esto incluye el fomento de la I+D científica para la búsqueda de soluciones novedosas a largo plazo, como nuevos antibióticos, bacteriófagos y vacunas para garantizar la seguridad en materia de salud en el futuro. El mundo también se beneficiará si se fomenta un ecosistema que incluya a los distintos grupos de interés en el ámbito de la RAM de los sectores público y privado.

Así, desde una perspectiva bursátil, aún no vemos oportunidades de inversión interesantes relacionadas con el segmento de la RAM. Esto obedece a los elevados riesgos a los que se enfrenta el sector en cuanto a falta de rentabilidad, el limitado potencial de crecimiento y la extremadamente pequeña capitalización de mercado de las empresas del sector. Como se destacó, la RAM no es una cuestión económica, sino más bien social, que requiere la cooperación de los distintos grupos de interés a lo largo de la cadena de valor. Algunos de los países más pobres del mundo se enfrentan a una elevada carga de infecciones farmacorresistentes.

Los inversionistas también podrían considerar los siguientes subtemas de inversión relacionados con la salud que sustentan el tema «Cambio en el estilo de vida» de Next Generation, si desean obtener exposición a este campo.

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