Joven, lleno de energía y con una sonrisa permanente en la cara, Alex Pouille es una de esas personas con la que uno se puede sentar y charlar de cualquier cosa ante una cerveza. Su interlocutor no tardará en darse cuenta que, de hecho, es todo un experto en el arte de la malta fermentada y el lúpulo. A sus 29 años, este ciudadano francoestadounidense es el director en España de Anheuser-Busch InBev, el mayor fabricante de cerveza del mundo. En menos de siete años, Alex Pouille ha pasado de ser un simple becario a liderar un equipo de 90 personas. Pero sus ambiciones van mucho más allá: «A pesar de ser líderes mundiales, tan solo ocupamos un nicho del mercado español. Esta posición es lo que queremos cambiar», explica al describir su misión. «Para mí es un inmenso placer poder guiar a mi equipo por la senda del crecimiento».
Con motivo de la Young Partners Talk de Julius Baer, celebrada en Madrid, este dinámico milenial compartió sus reflexiones acerca del liderazgo, resumiéndolas en siete principios.
1. Comprender el negocio
Alexandre Pouille: Para empezar, soy una persona bastante curiosa. Una de mis estrategias preferidas cuando quiero aprender algo es diseñar un mapa del proceso. Resulta muy útil en particular en una gran empresa. Si sabes cómo algo ocurre de principio a fin y también sabes quién está implicado en ello, dispones de toda la información necesaria para optimizar ese proceso o mejorar el resultado del proceso en cuestión. Yo tuve la suerte de empezar mi carrera con unas prácticas en el área financiera. Un departamento financiero es como el núcleo de un sistema hub and spoke, radial o en estrella. Si anticipas los planes de marketing, si ves lo que va a ocurrir en el plano comercial, si asimilas el tipo de relación que tenemos con nuestros clientes, entonces estás aprendiendo. Una vez tejida esta red, en última instancia la puedes utilizar para agilizar tu proceso de toma de decisiones, convirtiéndote en un activo fuerte y valioso para tu empresa.
2. Dedicarse a la empresa
Yo diría que estoy dedicado a mi empresa al 150%. Si veo que falta un producto, estoy más que dispuesto a ocuparme de reponerlo en las baldas – incluso los fines de semana – para estar seguro de no perder una oportunidad de venta. Con esta dinámica terminas aprendiendo muchísimo. Te conviertes en un elemento cada vez más valioso para la empresa y, finalmente, tu experiencia te permite ocupar puestos más importantes, ascender e ir forjando tu carrera. También significa que la jornada laboral es muy extensa. Me suelo levantar a las cinco y media de la mañana y muchos días no regreso a casa hasta las once y media de la noche, pero realmente disfruto cada minuto.
3. Superar las jerarquías
Muchos milenials no han crecido en una cultura jerárquica. Podrá parece un cliché, pero hoy internet aporta toda la información que se puede necesitar, y este factor equilibra la balanza. Significa que la diferencia relativa con respecto a la experiencia va disminuyendo año tras año. Como director para España, superar la jerarquía es uno de los retos a los que me enfrento, ya que la cultura local es más bien de tipo jerárquico. A mi equipo le produjo cierto asombro y desconcierto cuando me presenté, con 29 años, y les dije: «Hola chicos, estoy aquí para ayudaros». En los cuatro primeros meses, tuve reuniones individuales con cada uno de mis 90 empleados. El mensaje clave que intentaba transmitirles en esas sesiones era: «Escucha, los dos somos personas y a ambos nos gustan determinadas cosas pero, a la vez, también sabemos que hay muchos aspectos que debemos cambiar. Así que, ¿por qué no unimos nuestras fuerzas para ir construyendo juntos una empresa mejor?».
4. Fijar objetivos ambiciosos
España es un país famoso por su vino, pero también se le debería conocer por su cerveza. Se trata de uno de los mayores mercados de cerveza de Europa, y no solo por su clima: ¡36 millones de hectolitros son mucha cerveza! Aquí, a la hora del aperitivo, la cerveza es la bebida por excelencia. Así funciona: antes de tomar una copa de vino durante la cena, se empieza comiendo tapas en una terraza, acompañadas siempre con cerveza. Nuestro objetivo es convertir la cerveza en un producto «premium», llevando nuestra bebida del bar al restaurante. El mercado español de la cerveza ha estado muy aislado en los últimos 40 años, con importantes actores nacionales ocupando la escena. A pesar de ser la mayor empresa cervecera del mundo, aquí en España aún somos relativamente pequeños. Ahora bien, ¿cómo invertir esta tendencia? ¿Cómo conseguir vender nuestra cerveza al consumidor final si toda la ruta hasta el mercado está controlada por nuestra competencia?
5. Fomentar la iniciativa
Se puede dirigir a la gente para que haga cosas, dando órdenes de tipo: «Haz esto, haz lo otro». También se puede, sencillamente, ceder la iniciativa, dejar que las personas se hagan cargo de un proyecto por sí mismas de principio a fin. Así se sentirán realmente implicadas, pudiendo marcar la diferencia y aportar talento. Este es mi estilo directivo. No dedico mucho tiempo a decirle a la gente lo que debería o no debería hacer, sino que ayudo a mi equipo cuando más lo necesita para, al fin y a la postre, guiarles en la dirección correcta.
6. Abrirse a la diversidad
Cuando algunos miembros de mi equipo se incorporaron a esta empresa, yo ni siquiera había nacido. Tengo un tremendo respeto por ellos, porque aportan un conjunto de habilidades muy especial. A veces, en el mundo de la empresa, se subestima el poder de la estabilidad, de las conexiones y de la experiencia; ocurre en particular entre personas de mi generación que pasan de un tema a otro con tremenda rapidez. Yo estoy orgulloso de que nuestra empresa cuente con personas de diferentes edades, competencias y culturas. La diversidad no es una mera cuestión de nacionalidad, género o idioma. También tiene que ver con la edad, la cultura, un proceso de reflexión… Debemos asegurarnos de que respetamos los puntos de vista de los demás, para alcanzar el objetivo final de crear una mejor estrategia de conjunto.
7. Actuar como un emprendedor
Llevo el emprendimiento en la sangre. Mi abuelo fundó un negocio de pieles sintéticas en el norte de Francia, y mi padre abrió una agencia de viajes en vuelos privados. El espíritu emprendedor también tiene cabida en una gran empresa multinacional. Esto es ciertamente el caso de Anheuser-Busch InBev, una compañía en la que puedo gestionar mi espacio comercial como si fuera mi propio negocio – y en ello incluyo las noches en la oficina y las reuniones de trabajo a primerísima hora de la mañana. Me encanta ir a la oficina pensando: ¿Qué va a pasar? ¿Cómo lo vamos a resolver? Pero no solo eso. También me pregunto: ¿cómo vamos a hacer crecer este negocio? ¿No son estas las mismas preguntas que las que un empresario se haría a sí mismo?