Las mujeres están acumulando más riqueza que nunca y se están convirtiendo en una enorme fuerza económica. En Europa Occidental, las mujeres inversionistas controlan ya aproximadamente un tercio del total de activos gestionados, valorados en unos 4 600 billones de euros. El panorama es similar en todo el mundo. En Estados Unidos, las mujeres controlan más de un tercio del total de los activos financieros de los hogares (más de 10 000 billones de dólares), mientras que en Asia se espera que las mujeres posean 27 000 billones de dólares para 2026.

«Es parte de una tendencia mundial más amplia, en la que las mujeres juegan un papel más destacado en la toma de decisiones financieras», afirma Simmie Leung, directora de la sección de Wealth Planning en la oficina de Hong Kong. Ella cita varias razones para esta evolución. «Una parte sustancial procede de la herencia, ya que la transferencia intergeneracional del patrimonio es cada vez más neutral en cuanto al género», destaca Simmie. «Pero lo verdaderamente inspirador es el creciente número de mujeres que son empresarias o líderes corporativas y que se han hecho a sí mismas. Estas mujeres han generado patrimonio a través de sus empresas o han ascendido en la jerarquía empresarial hasta alcanzar importantes puestos ejecutivos».

El cambio también refleja la evolución de la dinámica en las parejas y las familias. «Una tendencia significativa que estamos viendo es la participación conjunta o igualitaria de las parejas en la gestión del patrimonio y la toma de decisiones. Cada vez más cónyuges gestionan su patrimonio por separado, tomando decisiones independientes sobre sus carteras», afirma Simmie. «De este modo involucramos a ambas partes por igual, respetando sus perspectivas y objetivos individuales».

El origen del patrimonio y los conocimientos pesa más que el género a la hora de asumir riesgos

Diversos estudios sugieren que las mujeres son más aversas al riesgo que los hombres cuando se trata de gestionar su patrimonio. Para Lucia Desmarquest, asesora financiera para clientes europeos, se trata de una simplificación excesiva. «Sí, es cierto, varios estudios demuestran que la mayoría de las mujeres consideran que los hombres son más propensos al riesgo en las inversiones. Sin embargo, esta diferencia disminuye cuando abordamos lo que frena a las clientas». Según Lucia, la asesoría personalizada basada en los conocimientos de la clientela y el acceso a redes de mujeres inversionistas con ideas afines son dos medios realmente eficaces para ayudarlas a encontrar y desarrollar su propio estilo de inversión.

«Me cuesta identificar un único patrón definitorio», explica Lucia, y pone como ejemplo a un matrimonio en el que se invierten los comportamientos de inversión tradicionales: «El marido creó una empresa en un sector de riesgo, por lo que es más conservador en su enfoque inversionista; mientras que la mujer, formada en finanzas, es más audaz y le gusta invertir en activos de mayor riesgo».

Lucia cree que el apetito por el riesgo de una persona depende menos del género y más del origen y de la procedencia de su dinero. «Es normal que una persona que ha heredado una riqueza modesta y que está empezando a invertir sea más conservadora que otra que ha crecido en una familia rica y emprendedora y que ha estado expuesta a cuestiones patrimoniales desde una edad temprana».

Este es un aspecto que, desde el punto de vista de Lucia, puede marcar la diferencia es prestar atención y responder a las necesidades de comunicación de sus clientas. «A las mujeres les gusta hablar claro». Pero apostilla que esto no debe confundirse con impaciencia. «Las mujeres están dispuestas a dedicar tiempo a hacer preguntas y aprender más sobre temas que no entienden. Según mi experiencia, en la mayoría de los casos acaban dominando muy bien el tema y se convierten en inversionistas de gran éxito».

Aunque una buena proporción de mujeres inversionistas se muestra dispuesta a recibir más asesoría de su gestor patrimonial, Simmie añade que la tendencia de las mujeres a preguntar o tomarse más tiempo para evaluar diversos factores antes de tomar decisiones no debe malinterpretarse como falta de confianza. «Las mujeres a las que asesoro tienen un alto nivel educativo y no les falta confianza en sí mismas a la hora de tomar decisiones financieras», señala Simmie. En cambio, cree que las mujeres suelen preferir un enfoque más consultivo y empático. «Es importante que desarrollemos una relación personal con nuestras clientas y seamos su referencia de confianza para asesorarse, sobre todo cuando atraviesan momentos difíciles. La relación está antes que el negocio».

Se acabó lo de no tener voz ni voto

Stephanie Delaporte comenzó su carrera en el sector bancario como asesora financiera adjunta. Ahora, en su puesto de directora de la sección de Client Strategy & Experience de Julius Baer International en Londres, ayuda a sus colegas que se reúnen con la clientela, explorando formas de ayudarles a acercar todo el Banco a dicha clientela, lo que incluye iniciativas para aumentar el empoderamiento de las mujeres inversionistas.

Cree que en la gestión patrimonial, como en otros ámbitos de la vida, el acceso al conocimiento es la clave. «Es un mito que las finanzas sean supercomplejas», afirma Stephanie. «Si podemos ofrecer más conocimiento y hacer que el mundo de las finanzas sea más accesible para las mujeres, generaremos una mayor confianza y reforzaremos la confianza de las inversionistas».

Julius Baer International es signataria de la Carta de las mujeres en las finanzas del Reino Unido, un compromiso compartido por empresas de servicios financieros para construir un sector más equilibrado y justo. En este sentido, el Banco se esfuerza por contratar a más mujeres y apoya los esfuerzos para aumentar los conocimientos financieros, por ejemplo, a través del programa educativo Wealth Matters. Stephanie explica que se ha trabajado mucho para garantizar una comunicación basada en la igualdad. «Cuando los bancos atienden a parejas, históricamente el diálogo principal ha tendido a ser con el hombre. Pero, sin duda, esto está cambiando ahora», dice. «Sin embargo, cuando todavía vemos que alguien no habla en una reunión, trabajamos proactivamente para implicar a esa persona, asegurándonos de que entiende cuáles son las diferentes clases de activos, cómo configuramos su cartera y si tiene una buena comprensión del riesgo y la rentabilidad».

«Creo que es nuestra responsabilidad ayudar a la clientela a desarrollar sus conocimientos de inversión», agrega Lucia. «Pero también tuve que aprender que es muy fácil sobreproteger a las clientas, sobre todo cuando están al principio de su trayectoria inversionista. Por nuestra profesión financiera, tenemos que prestar especial atención a este sesgo inconsciente y escuchar con atención».

Invertir con propósito

Un estudio realizado en 2022 por WealthiHer Network reveló que el 75 % de las mujeres cree que invertir de forma responsable es más importante que los rendimientos generados; y las «millennials», en concreto, se enfocan en la inversión sostenible. Esto tiene implicaciones en cómo las instituciones financieras se acercan a este grupo demográfico. «Un aspecto importante de la gestión patrimonial es la capacidad de dirigir el capital», concreta Stephanie. «Las clientas jóvenes, en particular, persiguen sus objetivos: quieren que sus decisiones de inversión estén en línea con sus principios ESG y ver el impacto de esas decisiones. Los asesores de clientes debemos ser capaces de articular claramente cuál es ese impacto».

Todo esto adquiere aún más relevancia a medida que aumenta el número de mujeres emprendedoras que fundan empresas o invierten para generar impacto. «El auge de la mujer inversionista puede cambiar las reglas del juego en algunos sectores», señala Lucia. «Las mujeres pueden ahora impulsar sectores que les importan, incluyendo algunas que históricamente han recibido menos interés, como las “Femtech” o la salud femenina».

El panorama regulatorio y la cultura influyen en el nivel de inclusión

Gran parte de la clientela de Lucia reside en Europa Central y del Este, donde la primera generación de empresarios que se benefició del libre mercado está llegando a la edad de jubilación y transfiriendo el patrimonio a sus descendientes. Desde su experiencia, las tendencias entre las mujeres inversionistas están determinadas no solo por factores generacionales, sino también culturales y normativos. «Bajo el comunismo, era normal que las mujeres estudiaran y trabajaran a tiempo completo», dice Lucia. «Las jóvenes de esa parte del mundo se inspiran en madres y abuelas que participaron activamente en la gestión de empresas y las finanzas».

Sin embargo, Lucia subraya la importancia de la regulación en la inclusión financiera. «Algunas jurisdicciones obligan a los cónyuges a presentar declaraciones fiscales conjuntas. En los estados donde no es así, no hay obligación de que las parejas se sienten juntas y revisen abiertamente la evolución de sus asuntos financieros». Asimismo, mientras que países como Suiza ofrecen a su clientela bancaria la posibilidad de tener una cuenta conjunta, en muchas otras jurisdicciones las cuentas solo se pueden tener a un solo nombre. «A veces, seguimos viendo que si los cónyuges son reticentes a hablar de esos temas, su pareja y sus hijos pueden encontrarse con dificultades en caso de divorcio o enfermedad e, incluso, puede llevarles a situaciones en las que se vean apartados de partes importantes del patrimonio», dice Lucia.

La importancia de la visión de conjunto

¿Qué tan bien puede el sector de la gestión patrimonial actualmente comprender y valorar la inclusión financiera de las mujeres? «Estamos viendo que las inversionistas, cuando reciben asesoría, valoran a quienes tienen en cuenta no solo su situación financiera, sino también sus objetivos vitales, su dinámica familiar y sus valores personales», dice Simmie. «Esto implica conversaciones más profundas sobre sus preocupaciones y aspiraciones, en lugar de enfocarse solo en las transacciones o las ganancias financieras. El enfoque altamente personalizado y holístico de Julius Baer, combinado con nuestra experiencia en áreas como la asesoría patrimonial y la inversión de impacto, nos diferencia de la competencia y nos ayuda a consolidar un alto nivel de confianza».

Stephanie subraya que la atención constante a una mayor diversidad e inclusión en Julius Baer y en los servicios financieros en general no solo es «lo que debe hacerser», sino que también tiene sentido desde el punto de vista de la planificación patrimonial. «Al empoderar a las mujeres para tomar decisiones fundamentadas y responsabilizarse de su futuro financiero, estamos allanando el camino hacia la prosperidad a largo plazo, no solo para ellas y sus familias, sino también para la sociedad en su conjunto».

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