La era de la represión financiera

Vivimos en un mundo de represión financiera. Ante un exiguo crecimiento del producto interno bruto, una débil inflación y una deuda pública en aumento, los gobiernos de los mercados desarrollados optaron en la última década por mantener las tasas de interés muy cercanas a cero o incluso negativas.

Aunque los mercados esperan cierta normalización de las tasas en los próximos años, en el caso de poderse dar un aumento significativo de las tasas de interés (dado que la economía mundial depende en exceso de la deuda), prevemos que este se producirá cuando nos acerquemos más al final de la década. Esto solo ocurrirá cuando los gobiernos occidentales logren una reactivación estructural de sus economías, si lo logran, mediante políticas fiscales.

El peligro de las inversiones en efectivo

Entretanto, los inversionistas que colocan su dinero en depósitos en efectivo se enfrentan a la certeza de sufrir pérdidas, sobre todo después de considerar la inflación.

Las tasas reales son negativas en todos los países desarrollados, incluyendo EE.UU., pero la situación es más seria en Europa, donde las tasas reales alemanas a 10 años se han mantenido por debajo de cero desde el punto álgido de la crisis de la deuda europea en 2011. Y, por si fuera poco, por encima hay que pagar impuestos.

Dichas pérdidas pueden parecer insignificantes a corto plazo, pero el impacto acumulado durante una década o más es devastador. Entonces, ¿cómo pueden protegerse los inversionistas de esta represión financiera?

Lecciones de Japón

Para arrojar luz sobre esta situación, podemos mirar a Japón, que ha experimentado tasas de interés entre niveles cercanos a cero y negativos en los últimos 25 años. Esto brinda algunas ideas interesantes sobre las consecuencias de la represión financiera en una cartera de inversión típica de bonos y acciones nacionales.

Una cartera de este tipo no está expuesta al riesgo cambiario, lo que evita el problema adicional de las caídas inducidas por las divisas, que deben tenerse en cuenta en las carteras diversificadas internacionalmente.

El siguiente gráfico muestra los rendimientos periódicos a cinco años de las carteras japonesas compuestas por un 75 % de bonos/25 % de renta variable (75/25) y un 50 % de bonos/50 % de renta variable (50/50) en los últimos 20 años, así como el rendimiento periódico de una inversión en efectivo durante el mismo tiempo.

El gráfico ilustra claramente que, incluso en comparación con una asignación de cartera muy prudente, como la cartera japonesa 75/25, la inversión en efectivo rara vez gana la batalla.

  • Incluso durante la peor ventana de estimación quinquenal (mayo de 2012), el rendimiento de -1,7 % anualizado de una cartera japonesa 75/25 no fue mucho peor que el rendimiento del efectivo, que fue de un +0,4 %.
  • Durante la ventana de estimación quinquenal más favorable (octubre de 2017), esa misma cartera 75/25 arrojó un rendimiento del +6,8 % sobre una base anualizada, mientras que el efectivo tuvo un rendimiento negativo.
  • En términos generales, el cartera conservadora superó al efectivo el 87 % de las veces. Cuando se aumenta el horizonte a diez años, la proporción se incrementa hasta el 100 % (esta cifra se basa en los rendimientos mensuales a diez años de una cartera compuesta por un 75 % de deuda pública japonesa/25 % de acciones japonesas y de una inversión en efectivo desde mayo de 2006 hasta noviembre de 2021, el máximo periodo disponible).

El ciclo de los malos rendimientos

El gráfico siguiente, que muestra los mismos datos para la Unión Económica y Monetaria (UEM) de la Unión Europea, deja claro que la situación se repite, de manera aún más pronunciada, en el «Viejo Continente». Cabe destacar que, incluso durante la crisis provocada por la pandemia, los rendimientos a medio plazo del efectivo no pudieron proteger a los inversionistas de la caída del mercado.

Tal y como ilustra el siguiente gráfico, los rendimientos acumulados muestran el verdadero costo a largo plazo de una inversión insuficiente. En el gráfico se muestran los rendimientos de las carteras multiactivos japonesas y de la UEM y los del efectivo. En un horizonte suficientemente largo, las carteras diversificadas superan a las inversiones en efectivo. Esto es aún más cierto en tanto las tasas de interés están estancadas en niveles bajos.

En conclusión, para proteger su patrimonio tiene una elección obvia entre la certeza de una pérdida neta en los depósitos en efectivo y la alta probabilidad de un beneficio a lo largo de varios años aplicando una combinación prudente de deuda privada y renta variable.

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