La temperatura global aumenta, las violaciones de derechos humanos son moneda corriente en muchos lugares del mundo, y el trabajo forzoso – también infantil – persiste en las cadenas de suministro. Los retos de sostenibilidad a los que debemos hacer frente como civilización son enormes, y todo ello sin mencionar siquiera la influencia de problemas gubernamentales, como la corrupción.

Al buscar respuestas, tendemos a dirigir nuestra mirada hacia las grandes empresas y los políticos. Sin embargo, son los propios empresarios quienes desarrollan nuevas formas de hacer las cosas, erigiéndose como elementos innovadores y rompedores de la sociedad. Algunos incluso están empezando a asumir roles fundamentales en los desafíos actuales de la humanidad, trasladando las características y estrategias que sustentan sus éxitos empresariales a esta dinámica con visión de futuro.

Tomemos como ejemplo a Jack Ma, fundador de Alibaba en China, quien declaró: «Durante el siglo pasado [la idea más extendida era que], si deseabas crecer, debías dar con una buena oportunidad. Hoy, sin embargo, si quieres convertir tu negocio en una gran empresa, tienes que pensar qué problema social podrías resolver». Ma, al igual que otros muchos empresarios como Bill Gates y Warren Buffett, pertenece a una nueva legión de empresarios filántropos.

Parece cada vez más evidente que, al fin y al cabo, los intereses de empresas, sociedad y medioambiente podrían no ser tan contradictorios a largo plazo. Tanto empresarios como inversores profesionales coinciden al afirmar que un negocio sostenible es aquel que es gestionado con perspectivas a largo plazo, creando así valor duradero.

Visto así, ¿qué debería hacer un empresario para imprimir un sello de sostenibilidad a su modelo de negocio?

Una dinámica de personas y rendimiento

En el núcleo de la sostenibilidad de una empresa está su cultura. El empresario, como líder, puede moldear la cultura de su negocio para, en última instancia, impulsar la sostenibilidad y el desempeño corporativo.

En tiempos adversos, lo que precede reviste mayor importancia si cabe. En el mundo actual imperan la volatilidad, la incertidumbre, la complejidad y la ambigüedad, factores a los que el experto en liderazgo Dr. Ulrich Zwygart, profesor emérito de la Universidad de St. Gallen, designa con el acrónimo VUCA, por sus siglas en inglés. El mundo de mañana no será menos complejo, ya que la inteligencia artificial contribuirá al desarrollo de una creciente incertidumbre.

Según Zwygart, este contexto de rápida evolución exige que los líderes tomen la iniciativa. Es importante que marquen un rumbo claro, con una visión y valores claramente definidos, criterios sólidos, contando con personas y equipos con capacidad e iniciativa. Deberían actuar como mentores y fomentar una cultura de confianza.

Importancia de la inversión responsable

Pasando de la perspectiva empresarial a la inversora, la pregunta es la siguiente: ¿cómo puede el empresario inversor priorizar las inversiones destinadas al cambio social? La cuestión de si la inversión sostenible genera valor es un tema ampliamente debatido. Ciertamente, la información aportada por el CFA Institute – asociación internacional de profesionales de la inversión – parece confirmar esta premisa, ya que varios estudios acreditan que existe una relación positiva entre los factores medioambientales, sociales y de gobernanza y el rendimiento de las inversiones.

De hecho, uno de los estudios publicados por esta entidad muestra que las empresas con prácticas de sostenibilidad sólidas y afianzadas presentan mejores resultados operativos, con la correspondiente repercusión positiva en el flujo de efectivo. Otra investigación demuestra que las empresas con altas calificaciones en responsabilidad social corporativa tienen un menor coste de capital.

Sin duda alguna, existe un estrecho vínculo entre una cultura empresarial que incorpora responsabilidad y excelencia operativa y el consiguiente rendimiento financiero.

El dinero no lo es todo

No hace tanto, los empresarios centraban sus esfuerzos en ir cubriendo los distintos huecos que ofrecía el mercado. Actualmente, como señala Jack Ma, también dedican su atención a resolver problemas sociales.

Por lo tanto, ¿cómo pueden los empresarios integrar prácticas socialmente responsables en sus empresas? Para las grandes corporaciones, una dinámica cada vez más extendida consiste en contrastar su comportamiento corporativo con los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (ODS), que gozan de un amplio reconocimiento como hoja de ruta de buenas prácticas empresariales.

Los ODS abarcan un amplio espectro de problemáticas sociales y medioambientales apremiantes, e incluyen objetivos tan ambiciosos como poner fin a la pobreza, lograr la igualdad entre géneros, combatir el cambio climático, restablecer el uso sostenible de los ecosistemas terrestres y promover sociedades pacíficas. Dicho esto, es probable que pocas empresas consideren relevantes todos los ODS, pero parece razonable suponer que en una etapa inicial puedan utilizar por lo menos uno de esos objetivos para orientar sus actividades.

Mirando hacia delante

Está claro que tanto empresarios como emprendedores están empezando a desempeñar un papel importante en la búsqueda de soluciones a problemas urgentes relacionados con la sostenibilidad. Algunas de las personalidades más destacadas del mundo de los negocios dedican toda su energía e inventiva a generar un impacto positivo en la sociedad.

La línea divisoria entre éxito empresarial y sostenibilidad es difusa. Al contribuir a la construcción de un futuro sostenible, los empresarios pueden dar un paso importante en la creación de grandes entidades.

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