Muchas personas con grandes patrimonios, y en especial los propietarios de empresas, dedican toda su vida a acumular un legado para las próximas generaciones. Hacia el final de esa trayectoria, suelen desarrollar una sensibilidad social y ambiental que los mueve a encontrar la manera de aportar su granito de arena a la sociedad. Se percatan de que cuentan con recursos financieros y, a menudo, con la experiencia y las habilidades necesarias para intentar dar solución a los problemas de la sociedad. Las obras benéficas pueden servir para conseguirlo.

Las donaciones benéficas han aumentado constantemente en los últimos años. ¿Cómo se puede explicar esta tendencia?

¿Qué razones hay para optar por las obras benéficas?

  • Para dejar huella: Muchos benefactores desean dejar su huella a través de un legado específico al que puedan mirar con orgullo las generaciones (familiares) futuras. La creación de una organización benéfica que siga funcionando después de la propia muerte es solo una de las vías para dejar un legado. Algunos donantes prefieren dar dinero a organizaciones benéficas ya existentes que, en su caso, podrían reconocer la contribución de esos donantes dando su nombre a un edificio o un proyecto o, por ejemplo, incluyendo un agradecimiento especial en sus comunicados.
  • Para moldear las generaciones futuras: Cuando varias generaciones de una familia colaboran, la sensación de compartir un propósito y una visión de futuro puede ser un gran elemento unificador. Muchas personas intentan formar a los miembros de la próxima generación haciéndolos partícipes de la gestión de los fondos benéficos de la familia, con la idea de introducirlos en la gestión de inversiones y aumentar su conciencia social. Si una familia cuenta con su propio fondo o su propia fundación benéfica, la próxima generación también puede participar a ese nivel para adquirir una valiosa experiencia en gobernanza, inversiones y gestión de una organización importante. En algunos casos, esas iniciativas para moldear las generaciones futuras también pueden servir para evitar consecuencias negativas. Algunos benefactores donan la mayor parte de su patrimonio a obras benéficas para evitar que una gran herencia disuada a sus hijos de llevar una vida plena y productiva.
  • Por motivos fiscales: La mayoría de los gobiernos del planeta reconocen la contribución de las obras benéficas y ofrecen a su vez grandes beneficios fiscales para incentivar las donaciones.

¿Cuáles son las opciones?

  • Donaciones benéficas: Muchas personas se inician en el mundo de la filantropía haciendo donaciones a una organización benéfica, quizás para financiar un proyecto concreto. Se trata de una buena opción para quienes deseen dejar huella en ámbitos en los que ya actúan varias organizaciones benéficas, como educación, investigación médica, arte o cultura. De esta manera, el donante puede hacer una contribución considerable sin asumir los costos de administración que supondría la creación de su propia organización benéfica.
  • Voluntariado: La filantropía consistir en donar dinero, pero también es importante reconocer que las personas con habilidades específicas pueden hacer una aporte muy valioso si deciden dedicar su tiempo a organizaciones benéficas. Podría tratarse de formar parte del consejo de administración de una organización benéfica, organizar eventos para recaudar fondos o llevar a cabo una labor específica a título gratuito para esa organización.
  • Donaciones de empresa: Los empresarios suelen querer que se relacione la empresa que han creado con una organización benéfica que deseen desarrollar. Algunos donantes ceden su empresa a la fundación familiar para financiar donaciones benéficas y que el negocio siga funcionando a perpetuidad. Los donantes que prefieran conservar su empresa podrían comprometerse a donar un porcentaje de los beneficios anuales a organizaciones benéficas. Asimismo, podrían animar a sus empleados a contribuir poniendo en marcha un programa de donaciones en nómina. Estos mecanismos han ganado popularidad porque los empleados buscan trabajar para empresarios con responsabilidad social.
  • Inversiones socialmente responsables: Las organizaciones benéficas que conceden subvenciones pueden ser muy eficaces, pero algunos benefactores (sobre todo empresarios) prefieren formas más innovadoras de dejar huella. Por eso existe un interés creciente en los bonos de impacto social, a través de los que los inversionistas financian un proyecto con repercusiones sociales y solo recibirán un rendimiento financiero cuando los resultados sean lo suficientemente buenos. Por ejemplo, una entidad pública podría encargar a una organización benéfica la dirección de un proyecto para ayudar a que las personas con discapacidad encuentren trabajo, con la condición de pagar exclusivamente en función de los resultados. Los inversionistas que financien el proyecto de esa organización benéfica solo recibirían un rendimiento por su inversión en caso de que dicha organización lograse ayudar a suficientes participantes a encontrar empleo.
  • Fundaciones familiares: Algunos donantes tienen una visión a largo plazo para sus iniciativas benéficas y prefieren crear una fundación familiar que conceda subvenciones con fines benéficos. Si el donante o fundador forma parte del consejo o llega a presidirlo, tendrá una influencia considerable en el destino de los fondos. No obstante, la creación de una fundación familiar conlleva gastos y supone una carga administrativa. En el Reino Unido, por ejemplo, las organizaciones benéficas tienen que presentar cuentas y resultados anuales a la Comisión de Beneficencia y respetar la legislación pertinente. Los donantes que no deseen ocuparse de la parte administrativa pueden optar por crear una cuenta en un «fondo asesorado por el donante» (DAF). Los DAF son organizaciones benéficas creadas para facilitar las donaciones filantrópicas. El benefactor dona activos a su cuenta en el DAF y el fondo concede subvenciones en nombre del donante (siempre que se asegure de que las subvenciones van destinadas a fines benéficos). De esta forma, el donante mantiene un nivel de control similar al de una fundación familiar, pero sin tener que vérselas con los trámites administrativos ni con el costo de dirigir una organización benéfica.
  • Organizaciones benéficas y empresas sociales: Para los benefactores más comprometidos, la última opción es crear una organización benéfica completamente operativa o una empresa social (una empresa comercial creada con objetivos sociales específicos). Esta organización puede dirigir proyectos benéficos en vez de limitarse a financiarlos, de modo que el benefactor o su familia pueden participar activamente en la labor de la organización y poner su experiencia empresarial al servicio del bien social.

Deje SU huella
Aunque pueda parecer un abanico de opciones apabullante, la idea principal es que las obras benéficas no dan una sola opción. Moldee sus aportaciones en función de su motivación, el nivel de implicación deseado y la etapa concreta de su vida.

Acerca del autor

Charles Gothard es socio del Departamento de clientes privados del bufete de abogados Macfarlanes LLP. Asesora a numerosos clientes que llevan a cabo o se están planteando hacer obras benéficas, tanto en el Reino Unido como a nivel internacional.

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