Mientras la economía mundial navega por aguas desconocidas, una cosa es cierta: EE. UU. ya no es el único capitán del barco. La imprevisible política del país, marcada por un aluvión de decretos, ha creado un efecto dominó que repercute en las políticas comerciales y fiscales de todo el mundo. Este comportamiento errático ha provocado un debilitamiento del crecimiento económico a corto plazo. Aunque vemos un elevado riesgo de recesión en el horizonte, es esencial señalar que es improbable que cualquier desaceleración sea duradera, ya que la economía estadounidense no muestra grandes desequilibrios internos. La Reserva Federal estadounidense probablemente reaccione con lentitud, dado el posible impacto inflacionista de los aranceles anunciados por el presidente Trump. Prevemos dos recortes de tasas de 50 puntos básicos en el segundo semestre del año. Sin embargo, las empresas están adoptando una actitud cautelosa y han suspendido sus planes de inversión y contratación hasta que se aclare la situación, lo que está debilitando las perspectivas de crecimiento estadounidense.
Se están forjando nuevas alianzas comerciales en el mundo
Mientras EE. UU. asesta golpes en el contexto de su guerra comercial global, el resto del mundo está ocupado forjando nuevas alianzas y reforzando las existentes. Europa y Asia, en particular, están deseosas de mantener vínculos comerciales abiertos y aplicar políticas de apoyo al crecimiento. Este cambio está dando lugar a un fenómeno fascinante: la aparición de acuerdos comerciales bilaterales que eluden a EE. UU., ya que estas regiones tratan de aislarse de los caprichos impredecibles de la política estadounidense. De hecho, vemos que esto está sucediendo en tiempo real.
Europa y Asia responden a los aranceles estadounidenses con medidas de estímulo
Mientras tanto, los países europeos están a punto de aumentar el gasto público, tras haber demostrado una notable disciplina fiscal en los últimos años. Al flexibilizar las regulaciones y reducir la burocracia, están creando un terreno fértil para que las empresas prosperen. En la segunda mitad de 2025 deberíamos ver mayores esfuerzos para reducir la carga regulatoria, incrementar el gasto fiscal y estimular el crecimiento sin provocar inflación. Prevemos que la política monetaria en Europa se vuelva expansiva en 2025, con el Banco Central Europeo dispuesto a recortar las tasas en 25 puntos básicos en cada una de sus tres próximas reuniones, y que esté acompañada de políticas fiscales favorables para el crecimiento en 2026. En Asia, y especialmente en China, las negociaciones comerciales seguirán siendo una fuente de volatilidad, pero las políticas monetarias y nacionales más favorables deberían mitigar el impacto. El mundo responderá a los aranceles estadounidenses principalmente con medidas de estímulo y no a través de aranceles de represalia. El reequilibrio del comercio mundial se verá impulsado por un crecimiento más fuerte en Europa y Asia y más débil en EE. UU.
La gestión activa de los riesgos cambiarios es primordial
Se está produciendo un cambio en los flujos mundiales de capital y los inversionistas buscan cada vez más rendimiento fuera de EE. UU. Esto tiene importantes repercusiones en el mercado de divisas y está muy relacionado con el estatus del USD como divisa refugio, que se vio cuestionado tras el Día de la Liberación. Cuando EE. UU. se encuentra en el epicentro de una crisis, el USD no se beneficia en las primeras fases de los episodios de aversión al riesgo, sino una vez que los riesgos de recesión se extienden desde EE. UU. a todo el mundo. Por lo tanto, prevemos que el USD se mantenga dentro de su rango inferior de negociación del EUR/USD 1,10-1,20, con importantes riesgos a la baja. Las divisas refugio tradicionales, como el CHF, siguen siendo la mejor opción para los inversionistas que buscan cobijo, a pesar de la creciente probabilidad de una política de tasas de interés cero o incluso negativas. En el contexto de un orden mundial cambiante y de una mayor incertidumbre, la gestión activa de los riesgos cambiarios es primordial.
La esperanza no es una estrategia, una sólida asignación estratégica de activos sí lo es
2025 no es un año fácil para los inversionistas. La geopolítica, la política estadounidense y los errores fiscales, sobre todo en EE. UU., siguen preocupando a los inversionistas. La transición geopolítica es un proceso complejo que introduce volatilidad en los mercados. Esto hace que sea aún más importante contar con una estrategia de inversión ampliamente diversificada, diseñada para proporcionar solidez en medio de aguas agitadas. Espere lo mejor, pero prepárese para lo peor. La asignación estratégica de activos de los inversionistas es la manera de hacer frente a la mayor incertidumbre. El oro sigue siendo un elemento esencial de cualquier asignación de activos, ya que ofrece ventajas de protección y diversificación frente a los riesgos económicos y geopolíticos. Las tensiones comerciales y la consiguiente aversión al riesgo en los mercados financieros son añadidos cíclicos al mercado alcista estructural del oro, que está determinado por las compras de los bancos centrales. Ambas son una manifestación del mundo multipolar en el que vivimos, lo que aumenta nuestra convicción sobre la solidez del mercado alcista del oro.
Para más información sobre el entorno de inversión actual, consulte nuestro Market Outlook de mediados de 2025.