¿En qué deben centrarse los inversionistas?

La próxima temporada de resultados será de gran importancia. Una vez superada la mayor parte del endurecimiento y de los temores inflacionistas, los excesos en la valoración resultantes de la bazuca de estímulos relacionados con la pandemia se han disipado por completo. El S&P 500 cotiza con un coeficiente precio/beneficio similar al de finales de 2019, mientras que los grandes ganadores de la pandemia han dado un viaje completo de ida y vuelta. Al mismo tiempo, lo más probable es que hayamos visto el pico de las tasas del Tesoro este año.

El obstáculo restante es la rentabilidad de las empresas. Aunque el sentimiento del mercado es bajista, los analistas apenas han revisado a la baja sus expectativas de beneficios. Al mismo tiempo, esperamos que la dirección de las empresas aprovechen la coyuntura actual para emitir directrices más prudentes de cara al futuro. La clave sería observar la reacción del mercado a las sorpresas que arrojen los beneficios, tanto las buenas como las malas.

El aterrizaje sin sobresaltos sigue siendo nuestro caso base

En la actualidad, la renta variable estadounidense está valorando una desaceleración significativa de la actividad económica, pero no una recesión. Los mercados esperan que la inflación se apacigüe y que la Reserva Federal detenga su endurecimiento a principios del próximo año, con la tasa de los fondos federales justo por debajo del 3,5 %.

¿Y qué pasa con la renta fija?

Desde que la Reserva Federal se embarcó en su nuevo intento de endurecimiento cuantitativo a principios del mes pasado, los rendimientos del Tesoro estadounidense han ido cayendo. Con las expectativas de inflación a más largo plazo implícitas del mercado bien ancladas, la Reserva Federal consiguió mantener la credibilidad que tanto le costó ganar en la lucha contra la inflación. En contra de lo que normalmente se esperaría, en un momento en el que las condiciones de liquidez se deterioran, a medida que las reservas que flotan en el sistema financiero son drenadas por las medidas de la Reserva Federal, los préstamos bancarios en los Estados Unidos se aceleran.

Lo que a primera vista parece un enigma podría ser en realidad un fenómeno temporal. Con el financiamiento del mercado de capitales inaccesible o demasiado costoso, el sector privado podría haber recurrido temporalmente a la banca comercial para recibir financiamiento transitorio. No hace falta decir que sigue siendo importante seguir la evolución futura para verificar esta tesis.

A medida que la economía se ralentiza, existe una oportunidad para que los bonos ofrezcan rendimiento. Por fin vuelve a haber ingresos en la renta fija.

Es tiempo de buscar oportunidades

Incluso adoptando una postura bajista, reducir el riesgo en esta fase es una cuestión de comercio, no de inversión. El creciente temor a la recesión y la incertidumbre geopolítica auguran unos meses volátiles.

El «market timing» requiere tomar dos decisiones: cuándo salir y, sobre todo, cuándo volver a entrar. La guerra en Ucrania no ha facilitado esta tarea ni ha hecho que la relación riesgo-rendimiento sea más atractiva. Para los inversionistas, sin embargo, la segunda mitad de 2022 sería el momento de buscar oportunidades para posicionar las carteras para el próximo ciclo, ya que creemos que el mercado tocará fondo en los próximos seis meses y el mercado bajista no se prolongará hasta 2023.

Los grandes declives del mercado son raros, y es en estas ocasiones cuando los inversionistas tienen la oportunidad de asegurar realmente los rendimientos futuros. La renta variable sigue siendo nuestra clase de activos preferida en el nuevo régimen de inflación, algo superior al 3 %.

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