En las próximas décadas, las economías de Asia podrían pasar de participar en estas corrientes a determinar su forma y rumbo. Más de la mitad de la población mundial vive en Asia, donde mil millones de personas salieron de la pobreza en las últimas tres décadas.

El auge de la clase media
Ya hay más de dos mil millones de «mileniales» en el planeta. China tiene más que Europa, América del Norte y Oriente Medio juntos. En Asia vive el 61 % de esa generación. Se calcula que Asia representará más de la mitad del consumo total de la clase media para 2030, ya que el número de personas de clase media en EE.UU. y Europa sigue estancado. El fundamento estructural para los consumidores de China continúa siendo particularmente robusto. La propia cultura china favorece la movilidad social ascendente. En términos de patrones de consumo, se ha observado que el gasto chino en las categorías de lujo más asequibles también se incrementa de manera desproporcionada conforme aumentan los ingresos, lo que propicia una adopción rápida y sólida de los bienes de consumo de primera calidad. La crisis del coronavirus supone una caída a corto plazo de los viajes internacionales desde China, pero no cambia el rumbo de una tendencia a largo plazo que creció al 10 % anual en la última década. Es probable que esta bajada a corto plazo merme las compras de artículos de lujo en el extranjero. Para muchas marcas de lujo, los consumidores chinos ya suponían un tercio de sus ventas totales. Entre los principales beneficiarios de esta tendencia se encuentran también marcas chinas. Las empresas chinas están apostando más fuerte por una comercialización astuta, un uso inteligente de las herramientas digitales, una gestión superior de la cadena de suministro y una gama de productos de calidad. El poder está volviendo a las manos del consumidor chino y se prevé que la visión de la «Prosperidad común» del presidente Xi acabará beneficiando sobre todo a las empresas de consumo masivo.

Nuevas infraestructuras en China
Las inversiones en infraestructuras en China solían concentrarse en instalaciones de transporte, como autopistas, ferrocarriles y aeropuertos. Ahora se están construyendo nuevas infraestructuras para acelerar el crecimiento de la economía digital en China, que ya representa más de un tercio del PIB nacional. La infraestructura de la información incluye tecnologías como los canales de comunicación 5G que ofrecen latencias y velocidades de transferencia de datos docenas de veces más rápidas que en la actualidad. Incluye también los sistemas de computación en la nube, que suelen ser varias veces más eficientes que las soluciones de almacenamiento físico. La proliferación del internet de las cosas (IoT) implica una infraestructura mucho más interconectada. La interacción de estas tecnologías conlleva un efecto global mucho mayor que la mera suma de las partes. Al igual que las viejas infraestructuras, las nuevas infraestructuras impulsan las inversiones en sectores relacionados, generan empleo e ingresos para los particulares y estimulan directamente la demanda en la economía, pero las infraestructuras nuevas suelen mostrar un rendimiento mayor de las inversiones que las antiguas, ya que incrementan el crecimiento potencial de la economía al impulsar la productividad.

China saludable
El sector de la salud chino constituye una historia de crecimiento duradero impulsada por el envejecimiento de la población, el auge de la clase media, el incremento en el gasto público, la mayor incidencia de enfermedades crónicas y la ampliación de la cobertura de los seguros de salud. Las Naciones Unidas prevé que el número de ciudadanos chinos con una edad igual o superar a 65 años crecerá a más del doble para 2050, del 12 % de 2020 a más del 25 %. El Gobierno chino se ha fijado un objetivo de inversión en salud de 16 billones de RMB para 2030, desde los 4 billones de RMB iniciales de 2015, es decir, que se cuadruplicará el gasto en ese periodo de 15 años. Deberían beneficiarse de esta evolución las farmacéuticas nacionales con fármacos innovadores en la recámara, las organizaciones de investigación contractual, los líderes del mercado de distribución de fármacos, los fabricantes de equipo médicos que suban en la cadena de valor y los hospitales privados especializados.

Ascender por la cadena de valor
En los últimos 30 años, China ha pasado de fabricar ropa y calzado de baja calidad a ser líder de mercado en electrodomésticos y tecnología de telecomunicaciones. Ya ha desarrollado industrias de primera clase mundial en comercio digital, inteligencia artificial, redes sociales, pagos digitales y tecnología financiera. En el índice mundial de innovación, China ocupó el 12º puesto en desempeño de innovación en 2021. El país destinó 2,2 billones de RMB, equivalentes al 2,2 % de su producto interno bruto (PIB), a investigación y desarrollo en 2019, lo que supone una subida desde los 100 000 millones de RMB, o el 0,95 % del PIB, cuando se incorporó a la Organización Mundial del Comercio en 2001. En cualquier caso, las tensiones actuales con EE.UU. en torno al liderazgo económico y político han acelerado la tendencia hacia la autosuficiencia tecnológica. El «Hecho en China» ha evolucionado en un «Hecho por China» y «Hecho para China» a raíz de la transición del país hacia una economía de consumo, el apoyo normativo a líderes nacionales y los cambios en las preferencias intergeneracionales. Afortunadamente, el tamaño masivo y la naturaleza cambiante del mercado chino ofrecen espacio de sobra a innovadores y emprendedores para aprender a través de ensayo y error, y poder crecer a escala con rapidez.

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