Las ciudades tienen un potencial enorme y son los motores del crecimiento de la economía mundial. Estas tienen que manejarse de forma adecuada para lograr el éxito económico. Sus infraestructuras tienen que funcionar, ser confiables y estar en un estado suficientemente bueno. Hacen falta inversiones considerables en los próximos años para que nuestras ciudades se adapten de cara al futuro. Estas inversiones deberán dirigirse a infraestructuras clásicas, como autopistas, carreteras e infraestructuras digitales, con la idea de sentar las bases de ciudades más inteligentes, más sostenibles y más habitables.

Ciudades inteligentes
La tendencia hacia la digitalización no solo influye en nuestras vidas, sino también en las ciudades en las que vivimos. La integración de la tecnología y la expansión de las infraestructuras digitales tienen el potencial de transformar nuestras ciudades, de hacer que sean algo más que un amasijo de asfalto, cemento, vidrio y acero. La tecnología es una herramienta que puede hacer que nuestras ciudades sean más inteligentes y sostenibles. En una ciudad inteligente todo está conectado: los semáforos, la iluminación pública, los edificios, las calles y los automóviles de conducción autónoma que transitan por ellas. Las ciudades inteligentes dependen en gran medida de los datos. Esos datos los recopilan una infinidad de cámaras y sensores repartidos por toda la ciudad para recopilar información sobre el tráfico, la temperatura y la calidad y humedad del aire, tanto en el interior como en el exterior. El objetivo de una ciudad inteligente es hacernos la vida más fácil, que sepamos lo que va a ocurrir antes de que ocurra. Sus cimientos serán las nuevas generaciones de aplicaciones y tecnologías de telecomunicaciones como la inteligencia artificial o la computación en la nube.

En todo el mundo se está implementando el nuevo estándar 5G de telecomunicaciones, en algunos países a un ritmo más rápido, en otros más lento. Aunque los consumidores asocien un estándar nuevo como este a mayores velocidades de descarga, como ocurrirá con el 5G, lo que marcará la diferencia será otra cosa. Gracias a la conectividad masiva con una capacidad y confiabilidad muy alta, la tecnología 5G allanará el camino del internet de las cosas (Internet of Things, IoT), con sus miles de millones de dispositivos conectados. Según Ericsson, el número de dispositivos conectados al IoT crecerá de unos 11 000 millones en 2020 a casi 25 000 millones en 2025. Estos dispositivos son la columna vertebral de la ciudad inteligente, ya que, por ejemplo, ya hoy permiten vigilar el tráfico en tiempo real y cambiar la ruta. Más adelante, el IoT también facilitará la conducción autónoma, lo que podría mejorar de forma radical los problemas derivados del tráfico urbano y reduciría los embotellamientos y la contaminación del aire.

Además, los dispositivos del IoT pueden servir para hacer una gestión más inteligente de la energía, el agua y los residuos, lo que contribuirá a un uso más eficiente de los recursos en las ciudades con el objetivo último de hacerlas más sostenibles. Gracias a esa recopilación de datos y su análisis correspondiente, la ciudad podrá mejorar su toma de decisiones a través de su «gemelo digital». Así se llama a una reproducción digital de la ciudad a escala 1:1 que ofrece información en tiempo real sobre sus constantes vitales y permite probar los cambios en el ámbito virtual antes de llevarlos a la realidad.

Ciudades sostenibles
¿Qué tan realista es la idea de hacer sostenible una ciudad? Las ciudades tienen una enorme necesidad de recursos. Esta impulsa la demanda de energía y agua, la generación de residuos y la emisión de gases de efecto invernadero. Lograr que una ciudad sea más sostenible implica aumentar la eficiencia de sus recursos y reducir la huella ambiental. Las ciudades empeñadas en volverse más sostenibles deben centrarse en la economía circular para enfrentar las dificultades. Esta consiste en transformar un flujo lineal de residuos que acaban en un vertedero en un flujo circular que permita reutilizar los recursos. Al tratarse de un bucle cerrado, la economía circular busca evitar la generación innecesaria de residuos, conservando o recuperando el valor de materiales, componentes o productos. Se trata de una tarea urgente. El desafío que plantean los residuos en la actualidad sigue creciendo. Estos se ven impulsados sobre todo por el crecimiento demográfico y el aumento de la prosperidad en los países en desarrollo, y prevemos que los residuos generados crecerán un 75 % a nivel mundial hasta mediados de la década. El reciclaje es un fenómeno principalmente de los países desarrollados, por lo que la mayoría de los residuos acaba en un vertedero y agrava los problemas ambientales. Lograr que una ciudad sea sostenible de verdad implica adoptar medidas que no sean sirvan solo a la generación actual de habitantes, sino también a las generaciones futuras desde el punto de vista económico, ambiental y social.

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