El lento retorno a la «normalidad»
Muchas ciudades se han visto seriamente afectadas por el Covid-19 y las empresas se han enfrentado a retos imprevistos. No obstante, no creemos que las ciudades se vayan a extinguir. Nueva York, por ejemplo, ha sobrevivido a la gripe española, a numerosas crisis financieras y a los ataques terroristas de 2001. En todos esos casos, la ciudad resurgió de sus cenizas como el ave fénix.

No cabe duda de que más gente trabajará desde casa, pero no todos los empleos se prestan a ese modelo y, aunque lo hagan, la necesidad de interacción social hace improbable que la gente quiera seguirlo el 100% del tiempo. El número de escritorios podrá reducirse, pero la demanda de oficinas no se desplomará.

En cuanto a la vida privada, la gente que deja atrás el confinamiento está deseando volver a salir a comer y beber en bares, cafés y restaurantes; visitar sus tiendas, galerías y museos favoritos; y escuchar música en vivo. Y lo quieren hacer con sus amigos para que la experiencia sea más enriquecedora.

Infraestructura digital           
La tecnología es una herramienta que puede hacer que nuestras ciudades sean más inteligentes y sostenibles. En una ciudad «inteligente», todo estará conectado: los semáforos, la iluminación pública, los edificios, las calles y los automóviles de conducción autónoma que transitan por ellas. Las ciudades inteligentes dependerán en gran medida de la información recopilada por una infinidad de censores y cámaras esparcidos por todo el territorio – información sobre el tráfico, la temperatura del aire y la humedad, tanto en el interior como en el exterior. Las ciudades inteligentes deberían facilitarnos la vida gracias al uso de nuevas generaciones de tecnologías de telecomunicaciones y al empleo de la inteligencia artificial y la computación en la nube.

La quinta generación de redes celulares (5G) está siendo implementada en todo el mundo. La expansión de las infraestructuras digitales resulta esencial para que las ciudades puedan adaptarse al futuro. El 5G hará posible que la «internet de las cosas» sea una realidad.

Con todos esos dispositivos conectados, se podrá aplicar una gestión más inteligente de la energía, el agua y los residuos, lo que contribuirá a un uso más eficiente de los recursos en las ciudades, con el objetivo último de hacerlas más sostenibles.

La expansión de las infraestructuras digitales nos parece una necesidad absoluta para que las ciudades se adapten al futuro, y esto independientemente de la crisis provocada por el coronavirus. No obstante, la pandemia ha servido de catalizador para las inversiones en infraestructuras en general, dadas las medidas de estímulo que se han aplicando en todo el mundo.

Tecnología para edificios        
Aparte de las inversiones en edificios nuevos, resulta vital modernizar las estructuras existentes para adaptarlas a las normativas edilicias cambiantes y para conservar o incluso atraer residentes.

Todos los proveedores de sistemas como ascensores, escaleras mecánicas, calefacción y ventilación deberían beneficiarse de estas inversiones. Además, la pandemia podría propiciar la adopción de tecnologías no contempladas previamente.

Los fabricantes de equipos especializados, como por ejemplo sistemas de aire acondicionado que cuenten con desinfección y con sensores que detecten el nivel general de humedad de una habitación, deberían beneficiarse en estos momentos en que los requisitos de las empresas para cuidar la salud de sus empleados se tornan más exigentes.

La capacidad de convencer a los empleados de que su salud no está en riesgo al acudir a la oficina será un factor importante para lograr que lo hagan. Los edificios inteligentes contribuirán en gran medida a este propósito.

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